27/8/2021- Por Matias Portes
«¿Se cómo gestionar mis emociones durante los partidos? ¿Puedo mostrar enojo sin estar enojado? ¿Reconozco las emociones de los demás? “¿Cuál es el clima emocional que genero en los entrenamientos?” “UNA PERSONA QUE DOMINA Y CONTROLA SUS EMOCIONES PUEDE ANTICIPAR Y PLANIFICAR SUS REACCIONES EMOCIONALES PARA OPTIMIZAR SU EFICACIA”
«¿Se cómo gestionar mis emociones durante los partidos?
¿Puedo mostrar enojo sin estar enojado?
¿Reconozco las emociones de los demás?
“¿Cuál es el clima emocional que genero en los entrenamientos?”
“UNA PERSONA QUE DOMINA Y CONTROLA SUS EMOCIONES PUEDE ANTICIPAR Y PLANIFICAR SUS REACCIONES EMOCIONALES PARA OPTIMIZAR SU EFICACIA”
En el ámbito del deporte, se suele hablar de la importancia de lo emocional tanto en el rendimiento como en el resultado de un partido. Ahora bien, como formadores y líderes de equipo, debemos saber regular nuestras emociones, ya que son las que influirán en nuestra conducta y en la toma de decisiones. Para ello, resulta primordial trabajar en el autoconocimiento. Es decir, poder saber qué tipo de situaciones despiertan determinadas emociones para poder gestionarlas.
Las emociones son un estado que surge ante la interpretación de lo que sucede en el ambiente. Son reacciones fisiológicas ante situaciones que percibimos. Operan como un sistema de “alarma” que informan sobre cómo nos encontramos. Presentan tres componentes:
Cognitivo: cómo percibes la situación
Fisiológico: lo que sientes físicamente
Conductual: cómo actúas cuando sientes la emoción
Según cómo se perciba una situación y los pensamientos asociados a ella, van a afectar las emociones y la conducta.
¿Existen emociones buenas o malas?
Las emociones no son “negativas” ni “positivas”, son neutras. Cada una de ellas tiene una función, un “para qué” y puede ser agradables o desagradables. Se identifican 6 emociones primarias: alegría, enojo, tristeza, sorpresa, asco y miedo. Estas emociones aparecen y el desafío es poder gestionar sus intensidades. En este sentido, nos apoyamos en el concepto de inteligencia emocional desarrollado por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman. Dicho concepto alude a la capacidad de reconocer y manejar adecuadamente los sentimientos y emociones, tanto propios como ajenos. Según este autor, la inteligencia emocional implica 5 capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales.
¿Para qué sirve ser inteligente emocionalmente?
Para percibir las emociones de uno mismo y de los demás. Permite comprender porque se han producido y ser capaz de regularlas. Nos ayuda a desarrollar nuestro potencial, lograr bienestar físico y mental y alcanzar objetivos. En definitiva, la emociones están siempre presentes en todo lo que hacemos. Pueden regularse y el camino es poder aceptar y reconocer lo que nos pasa, poder expresarlo, tener empatía y preguntarse qué se puede hacer para tener un mayor bienestar. Cuando se transmite lo que se siente, se logra que la emoción sea menos intensa. Ahora bien, tendremos que estar pendientes desde la comunicación verbal y no verbal y prepararnos para saber afrontar las distintas situaciones que se nos presenten. Más adelante, profundizaremos estas temáticas en nuevas propuestas de la escuela.
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